jueves, 15 de setiembre de 2011


anulan fallo de verguenza



en el día de ayer el Tribunal de apelaciones en lo civil de 2º turno revoco el fallo de la jueza Loreley Opperti que había prohibido la exibición de las fotografías de Beatriz con Julia y Tomás.

en un fallo bien fundamentado, el tribunal que debió constituirse con cinco miembros por la discordia entre los tres miembros iniciales deja sin efecto una prohibición que nunca debió existir.

lo que Julia, Tomás, Yoana y yo mismo siempre dijimos al fin alguien lo escuchó.

estas fotografías hablaban de amor, de los afectos y de lo que enfrentamos en esos duros momentos en que se nos va la vida, eran y siguen siendo fotografías que nos invitan a sentir y a pensar....

nunca, la justicia en nuestro país debió de haber prohibido estas fotografías, es una mancha más y bueno es decir que pocas fueron las voces que se levantaron para cuestionar esa censura.

este fallo del tribunal de apelaciones deja pensar que aún se puede creer que la justicia tarda, pero a veces llega.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegro mucho Juan,ya era hora, una obra excelente en la que claramente habla de amor, de dolor, de lo que es la vida, y que injustamente fue retirada a tan solo unos días de haber sido exhibida.
Como hay gente que actúa sin importarle el dolor que puede causar a los demás...?
Por supuesto que hay que seguir creyendo, por supuesto que hay que seguir luchando!!
Un abrazo,
Rossana

Anónimo dijo...

Juan, vos suponés que la gente siente, piensa, medita, contempla, etcétera.
He llegado a la triste conclusión que, dada la locura actual, ninguna de las cosas mencionadas abunda o es natural.

Se cambió todo eso por la manija, la decisión rápida, el chisme, el plato pronto, el lugar común. O simplemente la alcahuetería.

El juicio de valor pasó a ser lo cotidiano aunque sepamos que nadie tiene derecho a emitirlo; pero tampoco hay consecuencias para todo eso. Puedo difamarte, puedo verter juicios de valor sobre ti o sobre cualquier persona, sin secuelas.

Eso es lo que aprendemos todos los días mirando televisión: primero difamo, después veremos si tengo pruebas, luego pido disculpas (en el mejor de los casos) o simplemente dejo que el tiempo pase y por ahí queda la cosa. O peor, sugiero.

Lo que los cultos llaman de falacia ad hominem pasó a ser lo cotidiano. Fulano no puede ser buen médico porque es homosexual, fulana no puede ser buena arquitecta porque es divorciada, mengana es mala madre porque es comunista.

Aprendemos que meterse en la vida privada de las personas tiene “rating”, que opinar sobre lo que el otro hace es válido, que herir la sensibilidad de alguien no es delito, que hacer llorar o quitarle el sueño a un semejante es normal.

Entonces ¿qué podemos pretender?

¿Qué podemos pretender cuando nuestro paradigma de comportamiento es Tinelli y sus adláteres?

Lo peor es que cuando leo lo que escribo me pregunto:

¿No será todo esto producto de una mente senil?

¿No será que estoy entrando en esa era inexorable en la que uno se transforma en un pobre viejo de mierda?

¿No será envidia a los jóvenes actuales en este mundo maravilloso de las comunicaciones y la inmediatez?

¿No será que mi imbecilidad no me permite entender, ergo, combato lo que no entiendo?

Sin embargo a mi abuelo le gustaban The Beatles y a mí me gusta la música fuerte, y me gusta utilizar Facebook y el correo electrónico, y me gustan los conciertos de rock, y me gusta escuchar a mis hijos. Y mi viejo antes de morirse aprendió a “chatear” por MSN y tenía ochenta y siete años. Pero defendían valores, ponían límites, para ellos no era todo lo mismo. Aún así me pregunto si no habrá algo en mi cerebro que no pudo evolucionar. No lo sé.

Lo que sí sé es que cada vez me importa más, menos cantidad de personas. Cada vez escucho menos al murmullo de las multitudes, cada vez confío menos en la turbamulta y más en el mano a mano.

Entonces no te puede llamar la atención lo que algunos opinaron sobre todo esto, porque en realidad no opinaron nada, porque para opinar de verdad, primero hay que sentarse frente a una ventana, o en un banco de un parque, y pensar. Meditar. Escuchar los sentimientos que emanan de uno mismo. Recordar otros momentos vividos. Comparar. Ponerse en el lugar del semejante con honestidad. Y para eso no hay tiempo. Las respuestas llegan en un dieciséisavodesegundo en Google y los humanos empezamos a creer que todo lo que no pueda ser respondido en un dieciséisavodesegundo no tiene validez.

Juan, hemos dejado de pensar.

Debería sugerirse no opinar hasta nuevo aviso. Hasta que volvamos a pensar.

Al final, la lengua puede ser el órgano más dañino del homo sapiens, peor que el más fuerte de los músculos, o la más letal de las armas. Sin embargo las lenguas andan sueltas, y lo que es peor, lo que dicen, ahora demora un dieciséisavodesegundo en desparramarse por el universo.


Te mando un abrazo.

PS.:
Por las dudas que sea verdad que me transformé en un viejo de mierda, preguntaré a mis hijos qué opinan.

Anónimo dijo...

Juan Angel: me parece precioso lo que escribiste y muy oportuno que lo hagas circular.
Lo más interesante del fallo es que recogen el derecho de Bea a dejarse fotografiar como quiera (de ahí el consentimiento tácito); desde hace siglos siempre alguno (generalmente hombre) se ha erigido en el protector de otro (generalmente mujer) para decir aquello que el aludido/a no pidió que se dijera (ni puede retrucarlo porque no está).
Nany

Anónimo dijo...

valiente, conmovedor, mis felicitaciones por compartir el amor, la vida, el coraje para inspirarnos.